Kim Novak como la definitiva prostituta con el corazón de oro. Y guapísima.
Felicia Farr como la esposa ideal. Y otra que tal.
Dean Martin demostrando que debía de ser un tipo con unos cojones como pocos porque con ese papel autoparódico muchos hubieran pasado para no poner en riesgo sus carreras profesionales.
Y la historia, amoral (no me puedo imaginar lo que debía de decir la gente de entonces) pero a la vez reconfortantemente humana.
Una delicia, como siempre.
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