Una de las películas de Tarzan más interesante de los últimos años de la franquicia por varios motivos.
El primero es que tiene a varios actores muy dignos como villanos. El principal es el veterano Anthony Quayle pero tiene más gracia ver a un Sean Connery antes de ser James Bond haciendo de irlandés tarugo, bocazas y broncas.
El segundo es que dirige John Guillermin, muy lejos de sus grandes éxitos en los años 70, pero que sabe presentar un producto digno pese a los burdos montajes que alternan a los actores con animales claramente grabados en otro lugar o los cocodrilos de atrezzo. Supongo que tiene mucho que ver el grado de violencia, cercano al de los spaguetti westerns de años más tarde, con unos malos que mueren de formas bastante crueles, un Tarzan que mata sin dudarlo y sin monos que hagan gracietas.
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