Esa fotografía con tonos azulados, esas permanentes, esas nieblas, esa banda sonora de Tangerine Dream. Sí, estamos ante una película de los años 80.
Lástima que el guión tenga algún elemento muy forzado o tonto(ese padre que se ha quedado dormido de forma casual o esos parroquianos de bar que no dicen nada ante un asesinato) pero el conjunto se conserva estupendamente. Lo de los niños vampiros ya no era nuevo pero el sistema de dejar de ser vampiro tiene gracia por lo elemental.
Y Bill Paxton de vampiro malo y salvaje está memorable.
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