Mira que me gustan las películas de delincuentes británicos de Guy Ritchie.
Pues qué mal le ha sentado la ambientación americana.
E intentar meter elementos semifantásticos.
E imitar a David Lynch.
Y meter sorpresas finales que se huelen desde el principio.
Pero sobre todo, empezar a soltar una brasa psicológica sobre el ego (con apariciones en los créditos finales de conocidos psicólogos y psiquiatras) repleto de referencias a la cábala que lo convierten todo en un mejunje muy poco digerible.
Ego y la cábala.
Qué mal te sentó el matrimonio con Madonna, macho.
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