Corrupción inmobiliaria, concejales de urbanismo sobornados. No, no es España, es Londres.
Guy Ritchie vuelve a contar una historia coral de delincuentes de poca monta, como hizo en Lock and Stock y Snatch. A Ritchie siempre lo intentaron vender como un nuevo Tarantino y algo puede que tenga (sus montajes son impresionantes, diálogos brillantes) pero es mucho más pudoroso con la violencia ya que no hay tanta y muchas veces es fuera de plano. Ritchie prefiere el humor.
Lástima que esta pretendida trilogía parezca que vaya a quedar en esta película, pese a su calidad y a un reparto impresionante. Me hubiera gustado pasar más tiempo con Uno Dos, Murmullos y compañía.
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