Lo que tenía que ser una nueva producción del equipo técnico y artístico que hizo
Patos salvajes se acabó convirtiendo en una película donde Roger Moore hace de un James Bond de la Segunda Guerra Mundial, aunque algo más torpe, y el resto hace de un extraño comando geriátrico no oficial. Simpática y poco más. Lástima de que las maquetas sean tan ridículas porque desmerecen el resto...
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